Halcones, la pesadilla de los colombófilos
La proliferación en estos últimos cinco años de aves rapaces, en especial de halcones en Canarias, es la amargura de la colombofilia y de cualquier colombófilo, solo con oír la palabra halcón les sube el ritmo cardiaco a unas veinte pulsaciones, son la pesadilla, de las palomas y la de todos los colombófilos canarios.
Hemos realizado un cálculo por las quejas de muchos de los 2000 colombófilos federados que tenemos en Canarias , tratando de acercarnos lo más posible a datos reales, el resultado ha sido que anualmente nos cazan los halcones en los alrededores de los palomares más de 40.000 mil palomas, una media por colombófilo al año de 20 pichones.
En estas cifras no están incluidas las palomas que no llegan en concursos y competiciones debido a la misma causa ya que no podemos cuantificarlas, pero que indudablemente son bastantes.
Cerca de veinte palomas diarias desaparecen de los palomares de la Isla de Tenerife. Estas bajas, que como he dicho son reales, no las producen el ficticio y deliberadamente bajo censo de halcones que publican los expertos de Medio Ambiente que escriben sobre el tema, hay muchísimos mas de los que ellos dicen. Evidentemente en un despacho o dando una vuelta de vez en cuando por el campo no se pueden contar las aves de presa, animales que no se dejan normalmente ver y que permanecen y anidan en lugares inaccesibles.
En cualquier Isla del Archipiélago, hace unos años era normal oír decir a un colombófilo "me ha llevado un pichón el halcón", no se precisaba que especie era la que había cazado la paloma. Hoy la casi totalidad de colombófilos se han hecho expertos en aves de presa, sin prismáticos, a un kilómetro de distancia podemos precisar la especie de halcón y a cientos de metros el sexo y si es menor de dos años de edad. Las palomas también son expertas, lo traen en sus genes, un pichón que sale por primera vez del palomar, que jamás ha visto a un halcón se tirará de cabeza y entrará, rompiendo el cristal, por una ventana de una vivienda nada más ver su silueta y sin embargo pasará olímpicamente de un cernícalo o un águila ratonera, nacen con ese instinto que les dice a quien tienen que temer y a quién no.
El halcón, tiene una gran capacidad de maniobra, siendo capaz de realizar giros cerrados volando a toda velocidad. A las palomas adultas en vuelo tiene pocas posibilidades de cazarlas, aún en el caso de tener ventaja por estar a superior altura y entrar en picado hacia el bando a toda velocidad, normalmente le esquivan su primer ataque y después ya no tiene capacidad para cazarlas, las palomas son mas veloces en vuelo horizontal. Normalmente quienes intentan cazar así a las palomas son los animales jóvenes que aún no han aprendido que de ese modo lo único que consiguen es gastar energías inútilmente.
Algunos veteranos utilizan otra táctica, observan a la palomas posadas desde larga distancia (se dice que pueden ver a una paloma desde 3 Km.) y se aproximan al palomar volando a toda velocidad a ras de suelo, entre las calles aprovechando los edificios circundante para ocultarse hasta el último momento y sorprender a las palomas cuando están posadas en el techo del palomar. En ese momento que su velocidad supera a la de las palomas, ya que estas tienen que partir de cero, es como pueden cazar una paloma adulta. Si hace sol atacan casi siempre con el sol a la espalda para conseguir otra ventaja adicional. En la temporada de invierno, a pesar de que algunos halcones insisten una y otra vez en atacar a las palomas, sobre todo los nacidos en el año, es raro que consigan cazar. Cuando se trata de pichones la cosa toma otro cariz, a pichones que llevan solo unos días volando fuera del palomar, los cazan con una facilidad insultante y en ocasiones delante de las narices del colombófilo. Es una rara sensación de impotencia la que se siente cuando se ve a un halcón coger un pichón a 30 metros de uno y llevárselo impunemente.
El halcón común o peregrino, sobre todo las hembras que son de mayor envergadura y poder físico que los machos, no tienen época del año, ni hay mas defensa contra ellos que la pura fuerza y velocidad de la paloma. Normalmente no suele atacar a las palomas posadas, casi siempre lo hace en vuelo, circunstancia que siempre se da, ya que las palomas no se quedan en el tejado, arrancan a volar nada más que lo ven a lo lejos.
El espectáculo es digno de ver, el único problema es que al colombófilo al ser sus palomas el corazón se le pone a 180 pulsaciones nada más verlo. La táctica inicial de ataque es siempre entrar en picado hacia el bando desde una superior altura, cierran las alas y se deja caer como un obús hacia el bando. No lo hacen a bulto, se fijan siempre en una paloma determinada y la siguen con la vista quedándose solo con la que ha elegido. Esa es la razón de que las palomas que destacan por su color en el bando son las primeras que desaparecen. Una paloma blanca en un bando, es un blanco fácil. Si fallan en la primera embestida, persiguen en picado a la paloma que han elegido y pican ambos hacia el suelo a toda velocidad, la paloma suele dar quiebros al halcón y si no logra equivocarle, suele terminarse la persecución.
Milagrosamente la mayoría de las palomas suelen salir ilesas de la entrada en picado, pero se quedan tan acobardadas y atemorizadas que alguna que se ha podido posar a pocos metros del palomar, se pueden fácilmente coger con la mano sin que la paloma intente escapar, seguramente ven en la mano del colombófilo su tabla de salvación.
Después de un primer ataque fallido, afortunadamente la mayoría de las veces, si es un halcón novato intentará tomar altura de nuevo para repetir varias veces sus ataques, son los días de súper-entrenamiento, hasta dos o tres horas volando a toda velocidad el bando. Si esto sucede la víspera de un concurso, es preferible dejar en casa esas palomas y no encestarlas, quedan psicológicamente afectadas y exhaustas. Cuando se trata de un halcón experimentado no suele repetir ataques en picado, suelen ponerse a planear aprovechando una térmica para tomar altura sin esfuerzo. Planean debajo del bando y van tomando altura hasta que casi perdemos de vista halcón y palomas. Hay palomas que se salen del bando a las que no presta atención, sigue con el grueso del bando hasta que este se va reduciendo y se quedan menos de una decena de palomas. El halcón sabe perfectamente donde está el palomar y corta la retirada de las palomas hacia esa dirección y terminan por desaparecer de nuestra vista. Ya se puede poner el comprobador electrónico en marcha para saber que paloma es la que falta, una por lo menos no regresa.
¿Qué hacer contra esto?
Se han recibido, de manera confidencial, unas cien ideas diferentes para matar halcones, pero dado que esto no está permitido legalmente, solo queda la manera de poder ahuyentarlos para que se vayan a comer a otro bando de mensajeras de otro palomar. Se han utilizado cohetes, que también están prohibidos en la ciudad, se ha probado con espejos, se ha probado el volar las palomas a horas diferentes desde el amanecer al atardecer, cuando tienen hambre y normalmente la tienen, siguen atacando como si tal cosa, todo es inútil.
Si alguien les dice que el animal más veloz del mundo es el halcón peregrino díganle que es mentira, las palomas vuelan más rápido que los halcones, en picado y en horizontal, solo con ventaja es capaz de superarlas, quizás sea más astuto y juegue también a su favor el lógico miedo de las palomas, pero no es más rápido.
Los defensores de los halcones, dicen que hacen una selección cazando a los ejemplares enfermos o peor dotados físicamente, por extraña casualidad suelen elegir a las mejores. En los concursos colombófilos ejercen la depredación sobre las palomas más sobresalientes, las que vienen solas en cabeza en los concursos. Poca defensa tiene una paloma que pasa por debajo de su atalaya con varias horas de vuelo en sus alas. Nuestros mejores ejemplares, esas
palomas que esperamos siempre entre los primeras, cuando no llegan en cabeza, o no llegan nunca o llegan heridas