No ocuparemos más aquellos asientos
dispersos en el jardín, dónde tu perro
perseguía a las plantas de tu madre
y no dejaba crecer las flores,
en el que al amparo de la brisa sureña,
oíamos el chapoteo de los pichones
mientras se bañaban en los charcos,
hijos rebeldes de las mareas.
Ya no me hablarás más de aquel día
que siempre al recordarlo, tu sonrisa
picara inundaba el espacio, Ton Was,
como si fuera el protagonista
de una novela de Hemingway
en un acto de magia farmacéutica,
de urgencia colombofila.
Los rojos místicos no serán más
ejes de nuestras charlas.
Nada será ya igual a lo que fue,
pero aún con la aflicción por tu partida
crecerá la certeza, nunca nadie
supo expresar como tú, la intensidad
que significaba en ti el concepto amistad,
lo elevaste tan alto que tu recuerdo
entre nosotros será eterno.
Seguiremos hablando de palomas
en otra dimensión,
algún día,
amigo mío.
Julio A. Expósito.
19 de Mayo de 2.020